El Camino de Santiago-parte 1
Un poco de historia
Dicen que a principios del siglo IX una luz sobrenatural indicó a un ermitaño el lugar donde estaba enterrado el Apóstol que, durante los primeros años de la cristiandad, había sido enviado a España para su evangelización. No le fueron bien las cosas, lo que supuso su vuelta a Jerusalén, donde sufrió martirio a manos de Herodes, quien, además, prohibió enterrar su cuerpo decapitado. Un grupo de cristianos pudo rescatarlo y depositarlo en un barco sin tripulación. Un ángel lo condujo a través del mar, remontó el río Ulla y se detuvo junto a Iria Flavia, la capital de la Galicia romana, en un lugar en que había un cementerio –Compostum- que, con el tiempo, acabaría llamándose Compostela.
Respecto al hecho se tejieron multitud de leyendas e historias, buena parte de las cuales fueron recogidas por un clérigo francés, Aimerico Picaud, en el Liber Sancti Jacobi , conocido como Códice Calixtino: en él se describen, además, las rutas que llegaban a Compostela, lo que, unido a otras muchas vías de comunicación existentes en la época, atrajo la atención de muchísimos peregrinos. La de Picaud, sin embargo, gozó de mayor popularidad, y dado que el número de francos que acudía a Compostela era muy alto, el Camino Francés –unía los Pirineos a Galicia- se convirtió en el camino por antonomasia.
Compostela se erigió de esta forma en una de las metas del mundo cristiano. Solo la Cultura del Renacimiento, que condenaba buena parte de los supuestos medievales, provocó la decadencia de las peregrinaciones. La actual recuperación de las grandes vías históricas hace de nuevo renacer este Camino, aunque solo en parte concebido según el espíritu original que lo animó.
Fuente: El Camino de Santiago – Edilesa/Guías